Este libro es un ladrillo ● 2020
La búsqueda de nuevos códigos y lenguajes como un fin en sí mismo me ayuda a relativizar la cotidianidad y distanciarme de ella. El humor se convierte en el eje central para reconstruir un estado de ánimo y adoptar una nueva actitud ante el día a día ● Presto atención a la relación que mantenemos con los objetos cotidianos y (re)construyo usos y razones que nos inviten a una nueva comprensión hacia ellos. Un intento de construir nuevos símbolos y metáforas, un campo de significados que proporcione una herramienta para aquello que no puede comunicarse de otro modo. Absurdo, disparatado y cómico ● A principios de verano cogí un ladrillo en una obra que encontré delante de mi casa. Un ladrillo hueco, de esos con orificios longitudinales de lado a lado. Un ladrillo, el objeto más funcional que existe. Pero ¿qué queda si pierde esa funcionalidad? Lo medí, lo pesé y lo tomé como modelo para crear un nuevo objeto. Un objeto inútil, sin una función definida. Un híbrido entre dos elementos opuestos: el libro y el ladrillo. Al reunirlos en una misma cosa y liberarlos de su esencia funcional apareció el li-drillo ● Un objeto disparatado, que propone descubrir nuevos usos y significados. Un ladrillo con cuatrocientas ochenta y ocho páginas en blanco en su interior. Un objeto cuya función es mirar al mundo cotidiano que nos rodea de una nueva manera, jugando y experimentando para ser (re)imaginado ● Busco situaciones donde los objetos y el cuerpo juegan mutuamente para encontrar nuevos significados. Actitudes infantiles que establecen códigos de relación entre ellos liberados de una mirada racional.